Jessica Chastain no se avergüenza de amar a The Real Housewives. Durante
apariciones recientes en programas de entrevistas, declaró su amor por
una estrella de Beverly Hills y alegremente diseccionó el drama de
micrófono caliente de un ama de casa de Salt Lake City. Es de
conocimiento menos común que el ganador del Oscar también disfruta de
Southern Charm, Summer House y Winter House. Sí, Winter House, el
spin-off de bajo costo en el que la pandilla se desperdicia durante 17
días seguidos en el chalet de esquí de Vermont. "No es bueno pensar, la
televisión que veo", admite, acurrucándose en un sofá de dos plazas en
una fría sala de estar subterránea en un hotel junto a la playa de Los
Ángeles un domingo por la tarde en noviembre. "Pero la mayoría de las
veces, cuando lo veo, es porque mi vida es estresante y necesito no
pensar por un tiempo.
Apagar su cerebro nunca ha sido el punto fuerte de Chastain. Es una de
las jugadoras más respetadas y poderosas de Hollywood, conocida tanto
por su ética de trabajo como por su barbilla cortante. En los últimos
meses, lanzó el éxito de Netflix The Good Nurse, coprotagonizada por
Eddie Redmayne, y anunció que encabezará A Doll's House de Broadway. Ha
sido nominada a tres premios Oscar y ganó una vez, solo este año, la
estatuilla a la mejor actriz por su compasiva reinvención de la
teleevangelista Tammy Faye Bakker en The Eyes of Tammy Faye. "Ella
siempre tiene, como, tres o cuatro cosas de profundidad", dice Kelly
Carmichael, presidenta de producción y desarrollo de Freckle Films, la
compañía que Chastain fundó en 2017 con la mirada puesta en proyectos
liderados por mujeres, incluidos The Eyes of Tammy Faye. "No hay parte
de nuestra industria que ella no vea como una oportunidad de
aprendizaje".
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